Antonio Ocaranza goza de una mirada cálida y un tono de voz confiable. Es un hombre de altura media, camina erguido y con mucha seguridad, pero proyecta sencillez y empatía. Él estudió Relaciones Internacionales en el Colegio de México, su especialidad era el este de Asia. Luego cursó la maestría de Ciencia Política en la Universidad de California, en Berkeley.

Los ojos que se esconden detrás de sus gafas son testigo de cómo en la década de los 80, los mexicanos aspiraban tener un mejor país. En los 90, Ocaranza presenció la negociación del Tratado de Libre Comercio, una época en la que se vendía a un México mucho más atractivo, y en la que este acuerdo cristalizó los deseos de la ciudadanía: mejores empleos, más inversión, crecimiento, precios más accesibles y que el mundo viera al país como un lugar emblema.

La historia de su vida profesional es una mezcla de profesiones, actividades y lugares donde ha trabajado. Aunque en un inicio se desarrolló en Relaciones Internacionales, la vida lo llevó a la parte de la Comunicación Corporativa. En el sector público como consultor y en el sector privado como estratega y constructor de reputación.

Sector público

Toño quería ser profesor universitario, pero en la embajada de México en Washington querían hacer una oficina piloto de personas dedicadas exclusivamente al trato con medios de comunicación.

“Era un momento en que el gobierno del presidente Salinas quería proyectar al extranjero una imagen de un México diferente, un México moderno y pujante. Y entonces me fui a Washington y en febrero del 90 llegué como agregado de prensa”, cuenta.

Al mes y medio de su llegada, se publicó en The Wall Street Journal que México y Estados Unidos estaban contemplando negociar un Tratado de Libre Comercio. “Fue algo fascinante porque durante 3 años tuvimos que defender a México de muchos ataques sobre diversos temas: narcotráfico, corrupción, derechos humanos, democracia, etcétera, y por otro, promover las cosas buenas del país para convertirlo en un socio atractivo para Estados Unidos, con ellos nos íbamos a casar, entonces teníamos que vestir a la novia”.

En el 93, su posición, pero en la embajada de Canadá, quedó vacante, así que se fue a dicho país para negociar el tratado de una manera distinta y también muy enriquecedora.

Después de 5 años de estar fuera del país, regresó en la administración del entonces presidente Ernesto Zedillo y fungió como su vocero para los medios internacionales. Fue Director General del Acervo Histórico Diplomático en la Secretaría de Relaciones Exteriores.

En el 98 sale de Presidencia y decide representar en México a una empresa de Texas que hacía estrategias de asuntos públicos. Su función era cabildear a la sociedad, crear en la opinión pública las condiciones positivas para que alguna compañía pudiera empujar sus temas y encontrar una respuesta favorable de la autoridad.

Sector privado

En el 2002 lo invitaron a trabajar en Vitro, empresa productora de vidrio en Monterrey, para representar sus intereses de relaciones institucionales y de comunicación. Fue en un momento en que Vitro estaba concentrándose en el corazón de sus negocios. “Me tocó un proceso de consolidación y crecimiento de la empresa para poder despegar como hoy lo está haciendo en la parte de vidrio plano”.

Cuatro años después se integró a Walmart como Director de Comunicación, hasta el 31 de agosto pasado; durante 11 años fue la voz de la empresa y una figura pública identificada con ella.

“Fue como regresar a mis años de Presidencia. Walmart es una empresa extraordinaria en experiencias. En México es el autoservicio que más vende en el mercado, pero además tiene una gran capilaridad y presencia en muchas poblaciones. Tiene una gran vinculación con los proveedores, y en muchos aspectos de la vida del país como puede ser la inflación misma, por la forma en cómo contribuye a que los precios estén más bajos. Walmart fue para mí fascinante, pero sobre todo un túnel de emociones constantes y muy diversas”.

Para Ocaranza todas las empresas tienen una misión que cumplir, pero más allá de vender un servicio o un producto, buena parte de un trabajo de Comunicación Corporativa es construir reputación día a día, acción con acción hacia el resto de la sociedad. Saber cómo te distingues de tu sector como empresa y actuando de manera consistente a lo largo del tiempo, en beneficio de ese consumidor y de ese cliente.

“Las áreas de Mercadotecnia tienen la responsabilidad de hablar de ese producto a un cliente potencial, pero las áreas de Comunicación Corporativa lo que tienen que hacer para ayudar a que esa venta se dé es generar confianza en la institución, en los valores que lideran el trabajo de la institución, en sus mandos y en el talento que existe detrás”.

Su salida de Walmart estuvo ligada a una reestructuración del área, y en esa coyuntura, hubo un común acuerdo de terminar la relación laboral. “Quedamos en muy buenos términos. Fue un gran apoyo por parte de la empresa, avanzamos en esa transición y estoy muy agradecido y entusiasmado por lo que viene”.

Consultor independiente

Actualmente Antonio Ocaranza está formando una Consultoría en Estrategia y Comunicación que ayude a las empresas a alinear todos sus aspectos con audiencias externas, a fin de sacar el mayor provecho y construir reputación.

Parte también de lo que quiere hacer está ligado al México de hoy, donde las compañías necesitan establecer diálogos con grupos sociales para que un proyecto empresarial sea exitoso.

“Muchas empresas toman el camino legal para defender sus intereses y que una autoridad les dé permiso de emprender el proyecto. Esa es una línea muy válida y necesaria, pero se pierde mucho tiempo. En lugar de eso pueden convencer a la gente de los beneficios de un proyecto, crear un ambiente favorable para que la autoridad los apoye porque la gente ve beneficios y quiere el desarrollo de ese proyecto”.

Entre clases y hobbies

El sueño de dar clases a nivel superior se cumplió para Toño, pues hoy día imparte la clase de Comunicación Corporativa y Relaciones Públicas, que pertenece a la maestría de Comunicación en la Ibero. También está tomando un seminario en el CIDE y está escribiendo un libro.

Como experto en la materia y profesor universitario, Ocaranza recomienda a las nuevas generaciones que lean Reputation Rules de Daniel Diermeier, pues habla de la importancia de la comunicación y de la construcción de la reputación a través de acciones empresariales. Te dice qué tienes que hacer para generar confianza y cómo la reputación de la empresa debe ser una responsabilidad del director, pero baja a todos y cada una de los niveles de la compañía.

“Esa parte de la investigación es para mí muy valiosa y quiero hacerlo, hoy que puedo y que tengo la libertad, sin tener una identificación con una empresa; hoy que tengo la libertad de expresar mi punto de vista. Me siento libre para poder ser muy creativo y retador en el tipo de cosas que quiero poner sobre la mesa. Me encanta escribir, dar clases, ser un generador de opinión, dedicarme a mi familia con mayor flexibilidad. Esas son cosas que hoy valoro mucho y que deseo hacer”.

A un hombre con este expertise le gusta mucho leer casos prácticos y tendencias que marcan la línea sobre cómo va evolucionando la sociedad. Libros sobre redes sociales, tecnología. Eso no exima a la novela policiaca que lo distrae de vez en vez. La parte que más le atrae de leer es la manera en cómo las letras detonan el proceso creativo, e inmediatamente comienza su asociación con las cosas que ha vivido.

Lo motiva escribir y ver plasmadas las ideas que están en su mente y que alimentan el proceso creativo de alguien más. Toño es una persona tranquila y contemplativa, por ello disfruta de la música que le permite reflexionar y no distraerse con cosas aleatorias. La música clásica y suave es bienvenida en su espacio, más que un rock and roll o el heavy metal.

“Hay momentos en los que sí te acepto una salsa porque me gusta mucho bailar. Necesito ese tipo de melodía de vez en cuando”.

Su color preferido es el azul y el café. Aprecia la comida oriental y japonesa. “Durante mi carrera y mi maestría, la civilización de Asia siempre me fascinó, así que hay en ello una parte de hobby y de lecturas que me gustan mucho. Eso también lo reflejo en la comida, además de que se me hace bastante sana”.

Lo que más le gusta es compartir una botella de vino con alguien especial y charlar, porque para él la comida es un vehículo para la comunicación, para la interacción.

“Cada momento de decisión que he tomado ha sido un escalón que me ha acercado a lo que quiero hacer. Vamos en ocasiones por la vida tomando aquello que se nos va presentando, pero creo que en la construcción de tu vida y de tu reputación, tienes que dar un paso que te ayude a dar el siguiente y no algo que no haga sentido con lo que quieres. Todos los momentos de decisión generan una crisis, retos y cambios, pero eso es lo que te preparará y permitirá tomar otra posición más interesante”.