Soy mamá de un niño de 4 años y medio y de un bebé (otro niño) que nacerá en febrero del próximo año. Crecí en una familia de 5, fuimos tres hijas mujeres. Mi papá ha sido un hombre emprendedor que ha logrado muchos éxitos con sus negocios. De él aprendí el carácter para manejar un negocio y ser incansable para lograr las metas. Mi mamá, una mujer muy amorosa que siempre nos dio todo su tiempo y entrega para crecer felices y ser buenas personas. De ella heredé el gusto por las cosas bellas.
Estudié Relaciones Internacionales y he tenido la gran fortuna de viajar mucho. Creo que viajar y conocer otros lugares nos abre la mente a muchas posibilidades para nuestro crecimiento personal y profesional.
Decidí emprender mi propio negocio hace muchos años. Siempre he sido amante de los productos de belleza, recuerdo que de niña pedía maquillaje como regalo de cumpleaños, aunque no lo podía usar, pues mis papás no me dejaban maquillarme. Pero adoraba tener mis estuches de maquillaje Pupa. También jugaba a preparar perfumes, cortaba flores de bugambilia del jardín de mi casa y las ponía a hervir en un poco de agua. Luego guardaba la infusión en una botellita y según yo ya había creado mi propio perfume. De más grande amé comprar cremas y tratamiento para la piel y cabello… eso aún lo hago.
Siendo así, durante mi primer embarazo estaba muy interesada en cuidar mi piel con buenos productos. Me sorprendí al no encontrar algunos que cubrieran todo lo que yo buscaba, sobre todo la calidad de ingredientes y que fueran de verdad funcionales. Claro, estaban los típicos del súper, pero -por lo menos para mí- no ofrecen cualidades valiosas para las mamás, pues sus ingredientes no son tan puros, ni frescos, ya que al estar en supermercados y tiendas de autoservicio tienen una larga vida en el anaquel. Esto quiere decir que puedes comprar un producto que lleve ahí meses o incluso años, lo cual nos dice que debe contener conservadores muy fuertes que no son amigables con la piel.
Además de esto, la realidad es que no sentía mi piel realmente humectada y protegida. Platiqué de esto con mi mamá, y me preparó un aceite para el embarazo de puras combinaciones de aceites naturales. Olía delicioso y sentía mi piel súper rica. Andaba con mi aceite para todos lados. Y luego vino el posparto… peor aún, no encontré productos que nos ayudaran a las nuevas mamás a recuperarnos mejor y a sentirnos bien en esa etapa tan pesada para nosotras.

Pasaron los primeros dos años de vida de mi hijo y me dediqué al cien a él, pero nunca solté la idea y las ganas de tener mi propio negocio. El día que Julián entró a maternal a los dos años y medio, empecé a ocupar ese «tiempo libre» y lo pongo entre comillas porque no era libre del todo, pues tenía que cocinar, limpiar la casa, ir al súper, lavar ropa, etc. Ser ama de casa. Pero buscaba momentos para ir desarrollando mi idea de crear una marca de belleza para las mamás. Tengo el privilegio de tener una mente hiperactiva, entonces las ideas fluían todo el tiempo.
Fui haciendo una lista de todos los cambios que yo viví en el embarazo, lactancia y postparto y los productos que se me ocurrían para cada uno de ellos. Pensé qué envase para cada uno; siempre he buscado que sean fáciles de aplicar y funcionales para nosotras.
Cuando tuve mi proyecto más armado le pedí a mi papá un préstamo de 150 mil pesos. Después de explicarle todo mi plan y de demostrarle que de verdad iba en serio, me lo dio. Con eso empecé a comprar envases, etiquetas, a diseñar el logo. También compré el dominio de mi página y pagué la plataforma para la primera tienda en línea, que por cierto la hice yo a través de WIX.
Compré también 300 guías y me asusté cuando me dijeron que tenían caducidad de 1 año porque dudé si en un año me las acabaría, pero era la única forma en la que me daban mejor precio, así que lo hice. Nerviosa, pero lo hice. En 4 meses ya estaba haciendo mi segundo pedido de guías.
Y así pasó el primer año de Mamita Linda, con la casa llena de cajas, productos, etiquetas, envases, materia prima. Nuestro primer almacén fue una casa para jardín que pusimos en nuestro mini patio. Al principio yo iba al centro a comprar envases y materia prima, hacía los productos, los envasaba, etiquetaba, contestaba correos, checaba pagos, llenaba guías a mano, empacaba, llevaba a paquetería, tomaba fotos de productos y hacía todo lo de redes sociales.
Además de cocinar, hacer tarea, limpiar casa, y un largo etc. Valió el esfuerzo. Inicié el 1 de noviembre del 2017 con seis productos básicos y ese mes tuve aproximadamente 5 pedidos. Para abril del 2018 ya no podía yo sola y le pedí a Javier, mi esposo, que entrara a Mamita Linda full time porque estaba teniendo productos agotados y no me alcanzaba la vida para ir a comprar los envases y todo lo demás. Me dijo que sí y eso me ha ayudado muchísimo hasta el día de hoy.
En julio del 2018 saqué otros 5 productos, en agosto 1 más y cerré ese año con 3 productos nuevos. Al día de hoy tenemos 16 productos individuales, 5 kits y más de 800 pedidos mensuales.

Emprender me ha cambiado la vida y me ha hecho trabajar en mí en muchos aspectos. Ha sido un camino muy retador, pues tal vez crear un negocio no es lo más difícil, pero crecerlo sí implica muchísima entrega, valor, esfuerzo, compromiso. Me ha tocado llorar de cansancio, trabajar los fines de semana, y claro también implica al ser mamá sacrificar tiempo con mi hijo.
La relación de pareja también se ha visto tocada por el negocio. Pasamos literal todo el día juntos y esto muchas veces hace que no haya temas de conversación nuevos fuera de la oficina. Pero hacemos un excelente equipo para sacar todo adelante, pues literal nos dividimos todas las responsabilidades de casa y con nuestro hijo.
Como jefa soy híper exigente con el trabajo. Me gustan las cosas bien hechas y a la primera. Ofrezco a mi equipo de trabajo la oportunidad de crecer junto con Mamita Linda y siempre les he dicho que esto es para todos los que trabajamos aquí, a todos nos trae frutos el esfuerzo que ponemos hoy en nuestro trabajo. Tengo la gran fortuna de haber encontrado personas comprometidas y con ganas de salir adelante. Son unas joyas.
Con Mamita Linda como marca soy muy comprometida, quizás más que con cualquier otra faceta de mi vida actual. Trato de mantener el equilibrio, pero sé que éste no es algo fijo. Siempre la balanza va y viene. Busco crecerla ofreciendo los mejores productos para nosotras las mamás y mujeres que deseamos sentirnos bellas.
Soy ambiciosa cuando pienso en el futuro de Mamita Linda y sobre todo cuando pienso en mi objetivo de hacerle saber a las nuevas o futuras mamás que existe algo que nos ayuda a sentirnos mejor con nosotras mismas en esta etapa llena de cambios físicos y emocionales. Eso, lograr acompañar a las nuevas mamás en este proceso; reconfortarlas es mi mayor y principal logro.